lunes, 11 de mayo de 2020

El despertar de un día eterno en el hospital


—El día a día es repetitivo, siempre el mismo pijama blanco y las caras tapadas con las máscaras, cuando no con el EPI completo. Teniendo en ocasiones la sensación de que estamos repitiendo una y otra vez el mismo día. 

Joaquín Puerma Ruiz, malagueño y criado en Estepona, es licenciado en Medicina en la Universidad de Granada y realiza la formación de especialista en Endocrinología y Nutrición. La pandemia del coronavirus le ha cogido trabajando en el Hospital Universitario Fundación de Alcorcón y, como muchos, ha tenido que enfrentarse a ella como ha podido.

El trabajo en planta de hospitalización es una labor que no realizaba desde hacía varios años y le costó bastante adaptarse tanto a la dinámica de trabajo como a las nuevas medidas especiales contra el coronavirus. Cuando la situación empeoraba, por el aumento de casos y por las bajas médicas por infección por coronavirus —en los primeros días apenas iban protegidos y casi sin medidas de precaución, por desconocimiento o por subestimar el problema—, tuvo que asumir funciones de médico de planta de hospitalización COVID.  

—El trabajo en hospitalización es difícil de realizar con las medidas de protección completas, ya que muchos de ellas son de plástico y nos hacen sudar abundantemente, las gafas o las pantallas de protección se empañan y nos hacen ver peor. 

A todas estas adversidades físicas se unen las dificultades teóricas de enfrentarse a una enfermedad nueva a muchos efectos y con una expansión pocas veces vista. 

Los protocolos en su hospital, asegura, se han intentado actualizar con cada renovación de evidencia científica y con las múltiples reflexiones que se realizaban en las sesiones médicas. Han llegado a compartir cantidades ingentes de información médica por redes sociales, redes de divulgación científica, revistas y "en los mismos pasillos del hospital, con reflexiones en los comedores sobre como tratar este mal, ha sido impresionante".

La rutina en el Hospital Universitario Fundación de Alcorcón comienza con un pase médico en el salón de actos, con la distancia entre médico y médico de 2 metros, con mascarillas todos, en el que se cuentan las novedades del pase de la guardia de la noche y las actualizaciones de los protocolos. Después, cada uno en sus ordenadores, repasa los pormenores de cada paciente y los resultados analíticos, intentado pasar sobre las 10 de la mañana. 

En una hora u hora y media se pasa visita a los pacientes de las zonas designadas como zonas COVID, en los que están los pacientes que son positivo para la prueba o que tienen alta sospecha de que lo tengan, a pesar de que la prueba sea negativa. "Esta prueba se ha visto que tiene una baja sensibilidad y en ocasiones falla", sentencia. 

Ponerse el EPI es un proceso diario que para realizarse con total seguridad se debe hacer en 10 o 15 minutos: consiste en ponerse un equipo que a veces es un mono de cuerpo completo u otras veces ha sido una bata, luego se pone doble guante, se coloca sobre la boca y la nariz una mascarilla FP2, encima una mascarilla quirúrgica para mayor seguridad y poder reutilizar las primeras. Se añade un gorro para el pelo y gafas protectoras —muy similares a las que se usan para bucear— o una pantalla protectora. 

—Esto es cuando no tienes prisas, cuando un paciente tiene dificultades que exigen ser vistas rápido, se realiza con mayor rapidez y, en algunas ocasiones, algún paso no se realiza correctamente. 

Es complicado auscultar a un paciente teniendo el gorrito para el pelo encima de las orejas, con los guantes se pierde mucha mano para hacer muchas cosas. Lo realmente peligroso para contagiarse no es pasar visita a los pacientes, sino cuando se quitan el EPI, ya que están cansados de "toda la tensión y, en ocasiones, un poco deshidratados". Hay que quitarse el traje con cuidado para que no haya gotas cargadas de virus, y tiene que realizarse en la tramo final de la parte “sucia” de la planta del hospital, muchas veces con ayuda de compañeros. 

Ahora las cosas están mucho mejor, asegura, tanto por menor presión asistencial como una mayor organización y experiencia a todos los niveles. La enfermería en su hospital ha cumplido una labor "impresionante" y durante sus jornadas de trabajo de ocho horas pueden estar la mitad con el traje EPI-2, lo que puede acarrear un desgaste físico.

—Realmente creo que nunca se llegará a reconocer todo el trabajo que se ha llegado a realizar, pese a la presión y al miedo de infectarte tú y tus allegados.

Desgaste mental


Joaquín Puerma reside en Madrid capital, aunque trabaja en Alcorcón y tiene que ir todos los días en coche con un permiso especial laboral y con su tarjeta de facultativo médico. 

—Aparte de afectarme en mi trabajo, también me ha afectado a nivel personal como a todos los españoles. Siendo sinceros, me considero un privilegiado y para nada un héroe, puedo salir a trabajar a hacer una labor que con su más y susw menos me gusta bastante, y no estoy todo el rato en casa. 

Confiesa que ha tenido momentos en los que le abrumaba el problema, sobre todo a principios de abril, donde parecía que todo se desbordaba, pero posteriormente empezó poco a poco a mejorar y las medidas de confinamiento empezaron a notarse.

Lo que peor lleva es tener que ir a comprar al supermercado. Es algo que nunca le ha gustado y ahora es mucho peor con "las esperas infinitas y la presión en el ambiente". 


Positivo en COVID-19


No ha tenido problemas de salud con la infección de coronavirus. "No hay que perder de vista el norte, en el 80% de los casos pasa como una infección asintomática o con muy pocos síntomas", cuenta. Por su gran extensión, ese pequeño porcentaje restante ha causado muchos casos graves y la gran mortalidad que ha producido es una gran tragedia. 

—Al ser una persona sana de 30 años, no tenía mucho que temer, aunque sí se han visto casos graves en gente de mi perfil y mi edad. 

Sin embargo, no ha tenido sintomatología que le haya hecho faltar al trabajo, ni molestias. Su hospital ha realizado un estudio serológico a todos los profesionales que han trabajado allí, en la que salió positivo para la presencia de IgG contra coronavirus: esto significa que ha pasado hace 10 días o más la infección por coronavirus. Necesitarían pruebas adicionales para saber exactamente si la ha tenido hace poco o ha sido hace mucho. 

—Con esta enfermedad tenemos que ser cautos porque aún no sabemos si el tener anticuerpos es suficiente para no volver a tener la infección o minimizarla, y deberemos esperar para ver la evolución epidemiológica de esta enfermedad. 

Respecto a cómo se pudo contagiar, no se puede saber con exactitud. Puede ser en cada uno de los cambios que se realizan de EPI, al moverse por la ciudad como cualquier persona de a pie. 

"Es posible que lo tuviera a finales de febrero ya que tuve clínica compatible con COVID cuando nadie se temía lo que venía encima". Otra posible causa de contagio fue al tratar a un paciente en el que se tuvo que ver obligado a usar oxígeno a alto flujo, aunque se desaconseja porque esparce mucho coronavirus al aire, pero lo importante es que esa paciente sobrevivió. 

—Realmente da igual dónde lo pude coger. Me alegro de haberlo pasado de forma asintomática, ya que he visto a demasiados compañeros míos ingresados por COVID y se puede llegar a pasar realmente mal.

La atención a sus pacientes habituales


Sus pacientes, como todos los que ven las noticias todos los días, están preocupados. Los pacientes con diabetes son población de riesgo, con una mayor gravedad y peor pronóstico si son infectados por COVID, pero no tienen especialmente mayor riesgo para contagiarse

Las recomendaciones que les dan a los pacientes dependen de su situación, su tipo de diabetes y el control que tienen de esta. En caso de diabetes mellitus tipo 2 (la que suelen tener las personas mayores y con sobrepeso u obesidad) con buen control, no precisan recomendaciones adicionales, salvo intentar realizar más ejercicio en su domicilio. Si estos pacientes están peor controlados o requieren inyecciones de insulina para su control, se recomienda en ocasiones que aumenten la dosis de su medicación para compensar la disminución el ejercicio. 

—Se han dado recomendaciones dietéticas para evitar la ganancia de peso en estos pacientes, ya que es fácil recurrir la ingesta de comida para manejar la ansiedad que todos sufrimos ahora.  

Los pacientes con diabetes mellitus tipo 1 (los que suelen ser jóvenes y requieren varios pinchazos de insulina al día) necesitan un ajuste más fino de la insulina, que suele necesitar una teleconsulta con su endocrinólogo. Las recomendaciones generales son no dejar atrás el deporte físico, aunque sea en su domicilio, y normalmente ajustar al alza las dosis de insulina, pero todo depende de las características de cada uno y debe ser seguido por un profesional sanitario.

Joaquín Puerma, tras obtener el título de especialista, ha tenido que trabajar en múltiples sitios como el Hospital Universitario 12 de Octubre y en la medicina privada, como el hospital Quirón la Luz y en Clínica MultiSalud Levante en Rivas-Vaciamadrid. Es bastante activo en redes sociales, intentando realizar divulgación en salud en sus campos de obesidad y diabetes. Se le puede seguir tanto en Instagram como en Twitter.


Escrito por Mar Bassa.

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